Época: Alfonso XIII
Inicio: Año 1917
Fin: Año 1923

Antecedente:
La crisis de la monarquía constitucional

(C) Genoveva García Queipo de Llano



Comentario

Dadas las obvias limitaciones de espacio, puede ser conveniente tratar de la evolución en el mundo intelectual, cultural y artístico de modo conjunto para las dos primeras décadas del siglo. Además lo facilita el hecho de que, en realidad, la sintonía y el contraste al mismo tiempo entre dos generaciones intelectuales sucesivas, la de 1898 y la de 1914, resulta siempre bien manifiesta.
En realidad a la primera de las generaciones citadas sería mucho más lógico denominarla finisecular. La crítica al sistema de la Restauración fue anterior a su aparición y, además, tuvo muchos puntos de contacto con la generación que actuó al mismo tiempo en la vecina Francia. El más evidente fue que se consideró a sí misma como un colectivo y con una misión a realizar, aunque estuviera menos claro cuál fuera, y cuando lo estuvo fue un tanto efímera. Su estética literaria supone ante todo un alejamiento respecto del modelo realista y más aún del naturalismo. Fueron hombres de periódico más que de dedicación universitaria, salvo en el caso de Miguel de Unamuno. En general, también resultaron mucho más cercanos al republicanismo o al anarquismo, aunque sólo algún tiempo, que al socialismo, con idéntica excepción a la ya mencionada. Su actitud crítica generalizada respecto de las realidades españolas no excluía la aceptación de una peculiaridad española defendida incluso a ultranza frente a una posible intromisión europea. Como en muchas otras latitudes, la crítica de este mundo intelectual estuvo dirigida también en contra de las instituciones liberales. Esto no quiere decir que todos ellos evolucionaran hacia la derecha autoritaria, aunque hubo algunos casos (Ramiro de Maeztu). De cualquier manera fueron, como individualistas, mucho más liberales que demócratas. Intimismo, preocupación por lo nacional, renovación temática y evocación histórica figuran como claves esenciales en la obra de cada uno de estos escritores, aunque cada uno tenga matices muy singulares. En realidad, por tanto, no es posible distinguir en el grupo una línea más estetizante y otra más moralista porque ambas se entrecruzan en todos los autores.

De cualquier modo, así como no sería correcto decir que la crisis finisecular supuso una ruptura con la tradición liberal española, menos aún se puede decir que, a partir de este momento, tuviera lugar un cambio sustancial en la política cultural. Por el contrario, ésta tuvo como eje principal una línea liberal que se pudo apreciar en la influencia de personas como Giner, Cossío y Altamira, todos ellos deudores en gran medida del pensamiento krausista. En cierto modo puede decirse que estos sectores resultaron más influyentes para la generación posterior que los intelectuales y escritores más conocidos.